Cuando la meditación no funciona
- Psykē

- 21 oct
- 4 Min. de lectura
Esto quizá sea un sacrilegio en círculos budistas, pero… sí, la meditación no siempre me funciona.
Durante mucho tiempo no entendí por qué. Y si estás leyendo esto, tal vez vos también te preguntes qué hacer cuando la meditación no funciona.
Pasé años observando mis (muchos) pensamientos estresantes. Hice varios retiros de meditación vipassana. Observé y observé, respiré y respiré. Y me desconcertaba ver que esos mismos pensamientos seguían dictando gran parte de mi vida y de mi comportamiento.
¿Qué onda?, pensaba. ¿Lo estaré haciendo mal? ¿Por qué no es suficiente observar para que todo esto se disuelva? Tal vez tengo que darle más tiempo. Así que seguí observando, respirando, sentándome. Pero las acciones atadas a esos patrones mentales no cambiaban mucho.

Durante años no entendí por qué. Mientras tanto, probé todo tipo de tácticas diferentes. Desarrollé un ego espiritual para vigilar los pensamientos “malos”. Probé millones de terapias alternativas. Me obligué a simplemente “estar presente”. Me senté con mis emociones e intenté de “sentirlas por completo” (igual volvían). Reprimí mis pensamientos estresantes mientras me decía que no lo hacía. Pegué recordatorios en el espejo del baño para “estar presente aquí ahora”. Y así sucesivamente.
No lo sabía en ese momento, pero estaba lista para un cambio.
Estaba sufriendo. Estaba desesperada. Y—lo más importante—estaba abierta.
Cuando la respuesta llegó, fue simple y evidente:
Estos pensamientos siguen dictando tu vida porque los creés. Estás identificada.
Ah, dije. ¿En serio? Hmm, bueno… tiene sentido. ¿Cómo dejo de creer algo que creo?
¡Buena pregunta! No podés.
¿Cómo cómo? ¿Cómo que no puedo? (Si te imaginas mi voz horrorizada en ese momento, estás en lo cierto.)
¿Cómo funciona una creencia? Creés algo porque pensás que es verdad. ¿Estás 100% segura de que estos pensamientos son ciertos?
Eso me sacudió. Mi primera respuesta fue: ¿Sí… ?
Pero al empezar a trabajar de forma metódica con mis pensamientos estresantes usando este método—conocido como The Work de Byron Katie—descubrí que, en muchos casos, nunca me había detenido a verificar si realmente eran ciertos.
O los creía porque mis padres o la sociedad decían que lo eran.
O los creía porque empecé a creerlos cuando tenía cinco años.
O los creía porque mi mente proyectaba películas muy convincentes del pasado o del futuro, y yo confundía esas películas con la realidad.
O simplemente nunca me había detenido a mirar ese pensamiento con atención, deconstruirlo y preguntarme: ¿Esto es realmente cierto?
Hacerlo transformó mi vida por completo.

El método de Byron Katie quizás no es para todo el mundo, pero para mí fue profundamente revelador. A primera vista, puede parecer algo demasiado mental—o sea, se llena una hoja. Tipo, vieja escuela. Pero hacerlo de verdad es muy distinto a completar un formulario. Cada vez me mueve en todos los niveles—mental, emocional, espiritual—y facilita una verdadera integración, que para mí es otra forma de decir sanación.
Y lo más importante: empecé a ver cambios reales y concretos en mi vida. Sinceramente, fue eso que me convenció de que valía la pena. Los comportamientos cambiaron. Las reacciones se disolvieron. No de la noche a la mañana, y no fácilmente—por algo Byron Katie lo llama El Trabajo—pero me dio el resultado que estaba buscando: la libertad de empezar a vivir desde un lugar de claridad en lugar de confusión.

En otras palabras: aunque la meditación no me funcionaba para deshacer algunos patrones mentales profundos, cuestionar mis creencias sí.
La meditación me ayuda a conectarme con lo que realmente soy debajo de todo el ruido. El Trabajo hace que los pensamientos y creencias que me impiden hacerla realidad se desprenden de mí.
Tan clave fue este método para mí que compuse una canción que lleva al oyente por el proceso a un nivel emocional. Acabo de lanzarla, y se llama Know Thyself (Conócete a ti mismo/a). Podés escucharla aquí.
Algunas melodías se repiten a lo largo de la canción. Estas son las “bisagras” de identificación que menciona Byron Katie. Según ella, las situaciones estresantes se basen en creencias centrales sobre lo que está ocurriendo—y esas creencias se repiten una y otra vez.
Te van a sonar familiares: felicidad, deseos, necesidades, etc. Es muy eficaz, y te invito a probarlo con alguna situación estresante de tu vida.
El Trabajo, como se dice, implica identificar pensamientos estresantes y luego hacerles estas preguntas:
¿Es verdad?
¿Puedo saber con absoluta certeza que es verdad?
¿Cómo reacciono—qué sucede—cuando creo ese pensamiento?
¿Quién sería sin ese pensamiento?
Después, se le da la vuelta al pensamiento original. Como un nudo en la espalda, los patrones mentales pueden quedarse “atascados” en una sola dirección. El acto de darles la vuelta es como masajear el nudo—una invitación a que la mente vuelva a un estado más equilibrado.
Así que ahí lo tenés, lectora y lector: la meditación no siempre funciona cuando estoy creyendo mis pensamientos estresantes.
Sigo meditando con regularidad—y muchas veces “guardo” cualquier pensamiento o situación estresante que surja durante la práctica para después trabajarla con El Trabajo. Para mí, esa combinación es la que va.
¿Te interesaría que profundice en cómo hacer este método paso a paso? Estaría encantada de escribir una continuación.
También facilito este proceso de forma individual, así que si querés trabajar algo conmigo, podés escribirme cuando quieras.
Con amor,
Psykē



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