La voz en nuestra cabeza y el origen del estrés
- Psykē
- Apr 20
- 3 min read
Updated: May 16
¿Qué les puedo decir? Hay una voz en nuestra cabeza, y nos está hablando todo el tiempo.
No tienes que creerme. Solo detente un segundo e intenta “no pensar”, eso suele activarla de inmediato.
No sé tú, pero yo paso la mayor parte de mi vida creyendo que esa voz soy yo (1).

Dice: “mi compañero debería limpiar el baño”, y yo le creo.
Dice: “la tecnología me asusta”, y yo le creo.
Dice: “quiero conseguir el trabajo para el que hice la entrevista ayer”, y yo le creo.
Esos son solo algunos fragmentos de los millones de pensamientos que fluyen por nuestra conciencia colectiva cada día.

La cosa se pone interesante cuando, como con una foto, hago zoom en esos pensamientos.
Cuando hago zoom en un pensamiento, especialmente uno estresante, empiezo a ver cómo la voz en mi cabeza me convence (2) de que es verdad.
Por ejemplo: “mi compañero debería limpiar el baño”. ¿Por qué acabo creyendo esto? “Porque vivimos juntos y yo lo limpio el 98% del tiempo, ya le toca a él”, al toque dice la voz en mi cabeza.
La “evidencia” que eso es verdad se presenta como imágenes de mí limpiando el baño con resentimiento el martes pasado. Lo “recuerdo”. Mi cuerpo también lo recuerda, y se tensa. El cortisol se dispara, y antes de darme cuenta, lo estoy reviviendo. Toda esa mugre alrededor de la base del inodoro... ¡puaj!
“Todo lo que hace es pasarse el día en su taller viendo YouTube”, sigue la voz, mostrándome imágenes de él haciendo exactamente eso ayer por la tarde. “Si no lo obligo a hacerlo, estaré esclavizada limpiando la casa hasta el día de mi muerte”—esto acompañado de una serie de imágenes desgarradoras de mí limpiando el baño sola durante décadas, con el cabello encaneciéndose lentamente, a cuatro patas en el suelo, manos arrugadas y temblorosas aferrando una esponja.
Y viene el golpe final: “no es justo”.
Esta secuencia es el origen del estrés y la raíz de la ideología. Se presenta un pensamiento o creencia, se argumenta a favor, se invocan imágenes del pasado y del futuro—aunque sean ilusorias (3)—y yo me lo creo.
Comprender este mecanismo es útil para quienes estamos interesados en reducir el sufrimiento y encontrar una salida a la ideología a nivel colectivo.

De ahí mi interés particular por los pensamientos o creencias estresantes que producen sufrimiento (varias de las cuales se presentan en la canción que lancé recién, A New Earth). Para los fines de este artículo, no me detendré tanto en lo que la voz dice que podría ser neutral o no problemático, como “esa rosa es hermosa”.
Hay una razón por la cual ese pensamiento no generaría estrés para la mayoría de nosotros: porque sería verdadero, no solo para la voz, sino también para aquello que observa la voz. Imagina que alguien te preguntara: “¿con qué te identificas más: con los fenómenos observables o con aquello que observa?”
Obvio, podrías responder. ¡Con lo que observa!
Qué extraño, entonces, que no vivamos desde ese lugar en nuestra mente.

Cuando se trata de pensamientos y creencias, la especie humana suele identificarse completamente con la voz en su cabeza (= fenómenos observables). Lo que observa queda en el olvido. Cuando la voz en nuestra cabeza nos convence de que un pensamiento o creencia es verdadera, pero eso no es claro o no es cierto para el observador (la parte más profunda de nosotros), sufrimos. Estamos estresados, vivimos en tensión, y a menudo surge el conflicto. En pocas palabras, estamos confundidos, confundidas.
Es posible que el sufrimiento exista por una razón. En mi caso, si no fuera por el sufrimiento, jamás habría reevaluado qué es verdadero para mí. Sin embargo, hay otra forma de vivir. Implica observar lo que dice la voz y cuestionar si realmente es verdad.
Pronto compartiré más sobre eso.
(1) ¿Cómo sé que no soy yo? No tengo certeza absoluta, pero el simple hecho de que puedo observar “la voz” indica a priori que es algo distinguible del observador, en este caso, yo.
(2) Yo, siendo el observador del pensamiento (aunque, como esto sucede en nanosegundos y se repite cientos o incluso miles de veces, generalmente no nos registramos como observadores—de ahí el poder de la meditación, porque ralentiza ese proceso).
(3) Ilusorio en el sentido de que lo único que realmente podemos vivir es lo que está ocurriendo ahora. El pasado y el futuro viven en nuestra mente como conceptos, pero no tienen peso fenomenológico en nuestra experiencia presente.

Comments